ESPAÑA
Política

Ferraz intenta frenar con el escarmiento de Lobato la rebelión de los críticos del "no voy a morir en silencio"

En los últimos tiempos la disconformidad con la dirección del PSOE no se limitaba a Page y Lambán

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, saliendo del Congreso.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, saliendo del Congreso.EUROPA PRESS
PREMIUM
Actualizado

«En política lo importante no es tener razón, sino que se la den a uno». La frase se le atribuye a Konrad Adenauer, primer canciller de la República Federal Alemana. Pero bien pudiera suscribirla más de uno en el PSOE estos días. Porque quizás haya quien piense que Juan Lobato, que dimitió este miércoles como líder de los socialistas madrileños, hizo bien en depositar ante notario unos mensajes intercambiados con la jefa de gabinete de Óscar López, ahora ministro y entonces mano derecha de Sánchez en La Moncloa, en los que se abordaba el correo del novio de Isabel Díaz Ayuso en el que reconocía dos delitos fiscales para alcanzar un pacto con la Fiscalía. Pero nadie le dio la razón. No recibió un solo apoyo público. Sintió y vivió la soledad.

Desde ese aislamiento, echó un pulso a Pedro Sánchez. Disparó contra la credibilidad de La Moncloa. Aguantó 24 horas. Dimitió ayer como líder del PSOE de Madrid. La cúpula de su partido niega públicamente presiones. Sí sufrió la desaprobación de compañeros. En la dirección socialista creen que lo sucedido con el político madrileño es un aviso para navegantes, para los críticos del aparato y de la línea impuesta por Sánchez. «Con lo que le ha pasado a Juan, ya no hay nadie que no se haya enterado», es el mensaje que lanzan las fuentes consultadas.

Ocurre que en un partido en el que desde que Sánchez recuperó la secretaría general se ha impuesto un férreo control, apostando por afines y un sistema muy jerarquizado, con escaso margen para los contrapesos, en las últimas fechas hubo una corriente de rebeldía e inconformismo que no sólo comprendía a los barones más críticos, los habituales Emiliano García-Page o Javier Lambán. Líderes como Luis Tudanca (Castilla y León), Miguel Ángel Gallardo (Extremadura), el propio Juan Lobato (Madrid), o incluso perfiles como Juan Espadas (Andalucía) se revolvieron contra algunos posicionamientos de Ferraz y La Moncloa o contra la pretensión de la cúpula de culpabilizarlos por no tener buenos resultados electorales en citas nacionales como los comicios europeos y expresar su intención de apearlos del liderazgo de sus territorios.

Así, en un partido que se hizo al hábito de vivir anestesiado se instauró una suerte de filosofía, de lema: «No voy a morir en silencio». Tudanca o Gallardo, desafiando a Ferraz y reivindicando su posición de líderes territoriales con pretensión de repetir, dieron el paso. El caso de Lobato es visto por muchos dentro del PSOE como «un punto de inflexión», «un salto cualitativo».

El ya ex líder del PSOE de Madrid deja el liderazgo en esta comunidad, pero no aclaró en su carta de despedida si se presentará cuando se abre la pugna por quién es el nuevo líder. Y aplicó la máxima de «morir matando»: «Mi forma de hacer política no es igual ni quizá en ocasiones compatible con la que una mayoría de la dirigencia actual de mi partido tiene».

Juan Lobato dimite como líder del PSOE de Madrid

Si en el desafío que Tudanca lanzó contra Ferraz para tratar de revalidar su liderazgo en Castilla y León antes del congreso federal del PSOE de este fin de semana, una pretensión que tumbó Ferraz, se alzaron voces de apoyo y solidaridad, entre ellas las de Lobato, ahora se ha escuchado un sonoro silencio. Y ahí es donde apuntan desde la cúpula socialista, que hacen hincapié en la falta de apoyos e, incluso, el silencio que mantienen en este asunto dirigentes como Page.

El presidente de Castilla-La Mancha eludió ayer pronunciarse sobre el caso Lobato alegando que «no interfiere en los debates de otras CCAA ni de otras federaciones». Este miércoles, en cambio, sí que ha dicho del ya ex líder de los socialistas madrileños que en su opinión es «una persona de enorme valía». «La política no puede prescindir de gente así (...). Lo siento por él», ha remarcado.

Desde la sala de mandos se defiende que las federaciones socialistas son autónomas, pero que eso no quiere decir que no haya que reconducirlas o enseñarles el camino a seguir en determinadas situaciones.

«Habrá ruido mediático» en el congreso federal «y eso nunca es bueno», resumen desde el núcleo de poder socialista. «Pero vamos al congreso en son de paz». Esto es, creen que el mensaje que se manda con la salida de Lobato será entendido por todos. Que, de hecho, ya lo han empezado a entender, como constataría el hecho del silencio y la pausa que ha rodeado el desafío lanzado por el político madrileño.

Sólo ayer Tudanca, una vez sabida la dimisión de Lobato eso sí, hizo bueno eso de «morir matando» o «no voy a morir en silencio». Dio su apoyo a través de las redes sociales: «Hoy, alto y claro, diré que Juan Lobato ha tenido y tiene mi respeto político y mi aprecio personal. Ha trabajado duro contra la derecha más extrema que se recuerda. Muchas veces solo. Otras contra todos. Nadie es imprescindible pero gente como él es necesaria».